En el año 2030 contaremos con 600 millones de nuevos empleos según la OIT (Organización Internacional del Trabajo). Muchos de ellos ni siquiera están inventados todavía o son, de tan reciente creación, que nos parece estar dentro de una película de ciencia ficción: experto en Big Data, técnico en impresión 3D, conductor profesional de drones, diseñadores de realidad aumentada o asesores en sistemas financieros alternativos son, entre otros, algunos ejemplos. Casi todos ellos han nacido a partir de la revolución tecnológica que hemos experimentado en los últimos años y están transformando el mercado laboral actual a un ritmo vertiginoso.
Pero estas nuevas formas de trabajo, pese a que proporcionan empleo a una gran cantidad de personas, están desdibujando los límites de las relaciones laborales tradicionales. Un claro ejemplo son las plataformas digitales, cuyos empleados se encuentran debatiendo en los tribunales su estatuto jurídico, a medio camino entre los trabajadores asalariados y los autónomos económicamente dependientes. En estos casos, la precarización de las condiciones laborales y la temporalidad que va asociada a estas ocupaciones hace que en Civic Abogados, despacho especializado en Derecho del Trabajo, nos planteemos si esta creación de empleo se debe realizar a cualquier precio y si podemos calificar este tipo de servicios como “trabajo decente” cuando hay 780 millones de hombres y mujeres que trabajan por menos de 2 dólares al día.
Un poco de historia…
Este año se está celebrando el I Centenario de la OIT que, para quien no lo sepa, es un organismo de las Naciones Unidas que está especializado en temas laborales. Esta organización fue fundada junto a la Liga de las Naciones en el año 1919. Por aquel entonces, se acababa de firmar el Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial y era parte integrante del proceso de paz.
La OIT constituyó el primer intento de impulsar la cooperación internacional mediante la creación de organizaciones universales que abordaran los problemas políticos, sociales y económicos del mundo. Y se distingue de otro tipo de organizaciones por tener un sistema de tripartismo, es decir, está formada por representantes de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores, quienes debaten y elaboran juntos normas del trabajo. Como dato curioso, podemos decir que esta organización ganó el Premio Nobel de la Paz en el año 1969 y cuenta con una Constitución que, entre otros principios fundamentales, establece en el Preámbulo que las Altas Partes Contratantes estaban “movidas por sentimientos de justicia y humanidad, así como por el deseo de asegurar la paz permanente en el mundo…”.
Desde entonces, la OIT ha estado dedicada a promover la justicia social, a trabajar por el reconocimiento de los derechos humanos y laborales a nivel internacional y seguir defendiendo la idea de que la justicia social es esencial para la paz universal y permanente. Y, entre sus objetivos, destacan la promoción de los derechos en el trabajo, el fortalecimiento de la protección social, el diálogo sobre asuntos del ámbito laboral y el fomento de oportunidades de empleo decente.
En la actualidad…
Fue a raíz de la crisis financiera y económica mundial de 2008 cuando, los responsables políticos internacionales, se hicieron eco de la necesidad de proporcionar empleos de calidad que estuvieran asociados a la protección social y al respeto de los derechos en el trabajo, con el fin de alcanzar un crecimiento económico sostenible e inclusivo. De este modo, el empleo productivo y el trabajo decente serían claves para salir de la crisis, alcanzar una globalización justa y reducir la pobreza.
Tras varios años de reuniones, los 187 Estados Miembros junto con la OIT elaboraron un programa que fue descrito en palabras del Secretario General de la ONU como “la agenda de desarrollo más inclusiva que el mundo jamás haya visto”. Se trata de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y centra sus actuaciones en las personas y el planeta, tratando de proporcionar a la comunidad internacional el impulso necesario para trabajar unida frente a los enormes retos que enfrenta la humanidad, incluyendo los relacionados con el mundo laboral.
Esta agenda intenta abarcar las tres dimensiones de la sostenibilidad: económica, social y medioambiental. Y lo hace a través de los progresos alcanzados en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que están incluidos en ella, y que sirven de base para el desarrollo de unas metas más específicas que son los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Trabajo ¿Decente?
La semana pasada, en concreto el 7 de octubre, se celebró el Día Mundial por el Trabajo Decente, el número 8 de los ODS, que promueve “el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”.
Para conseguir este objetivo resulta imprescindible acabar con las situaciones de trabajo forzoso, el trabajo infantil, la esclavitud y el tráfico humano; así como promover la creación de empleo, el aumento de la productividad, la innovación tecnológica y el desarrollo de políticas que estimulen el espíritu empresarial.
En la página web de la OIT, podemos leer lo que se entiende por trabajo decente: “la oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para las familias, mejores perspectivas para el desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan a sus vidas, y la igualdad de oportunidades y trato para todos, mujeres y hombres”.
Sin embargo, en el despacho laboralista Civic Abogados, la realidad que vemos a diario es bien distinta. La precariedad laboral que se manifiesta mediante la temporalidad en la contratación, los salarios bajos, las dificultades que tienen los jóvenes para acceder al mercado laboral, las condiciones injustas, las situaciones de desigualdad y discriminación que impiden alcanzar ciertos puestos y el abaratamiento del despido, entre otros; nos recuerda, día a día, la importancia de seguir trabajando por la defensa del Derecho del Trabajo decente.
Escrito por Laura Palma Carpio de www.civicabogados.com
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